Los altos edificios residenciales pasaban rápidamente tras el cristal del estrecho ventanuco. Boy permanecÃa con la mirada perdida en el ostentoso atardecer que adornaba el horizonte, lejos tras la enrevesada rejilla de rascacielos. No en vano daba nombre a la ciudad de Dusk. Era algo digno de verse.
Los tonos anaranjados inundaban todo, abriéndose camino entre columnas, mástiles, pasillos flotantes, fachadas tubulares, pasarelas colgantes y las decenas de vehÃculos aéreos que tÃmidamente cruzaban los cielos de Dusk; puntos negros en un vasto mar de estructuras colosales.
El esquife de transporte se tambaleó al atravesar un nexo de tráfico. Boy pegó la cara al ventanuco y observó la construcción con detenimiento. El nexo estaba formado por amplios conductos construidos sobre un macizo de acero sujeto entre varios edificios colindantes. Dentro, varias luces otorgaban el paso y lo denegaban, mientras unos campos magnéticos supresores regulaban la velocidad de los vehÃculos.
Toda Dusk en sà era una gran obra de arte arquitectónica. Los rascacielos surgÃan en algún punto muy lejano en el suelo, sujetos por enormes columnas y mástiles, y a su vez por el resto de edificios. De aquà para allá una gran maraña de pasillos conectaban los edificios desafiando las leyes de la gravedad; longas pasarelas de cristal y acero surcando la nada entre altos titanes ovalados superpoblados por misteriosas ventanas translúcidas. Coronando y rodeando los edificios a varias alturas, plazas flotantes con jardines, escaleras y un sinfÃn de conexiones más mostraban una buena parte de la población de Dusk paseando, llevando mercancÃas, montando el Mercado de la Tarde…
Dusk despertaba al atardecer.
-Joder -era la voz de Conde-, es impresionante. Ni siquiera en el Sindicato construyen maravillas asÃ.
Boy volvió la cabeza al interior del esquife. Conde no dejaba de observar por la ventana, al otro lado del pasillo central. De pie y apoyado sobre él, Vendetta miraba también por la misma ventana. Conde gruñÃa de vez en cuando para quitárselo de encima. Seipher y BlackWidow estaban sentados en los asientos de detrás de Boy, mirando tranquilamente también por su ventana. Al final, habÃan venido todos menos Mav69, con la excusa de que estaba muy cansado. Boy esperaba algo asÃ, Mav no era muy sociable.
El cuarto de pasajeros no era muy amplio, pero estaban cómodos. La nave era un esquife de carga MS estándar, con capacidad para 14 pasajeros. TenÃan sitio de sobra para ellos, aunque no podÃan haber esperado un transporte más rápido ni más decente.
Los asientos eran de piel y mullidos (de piel de qué, eso no podÃa saberlo). Se repartÃan en parejas enfrentadas a ambos lados de cada ventana. Éstas se encontraban incrustadas en amplios paneles abatibles. “Parapetos de combate” habÃa pensado al instante Boy al verlos. Los esquifes de transporte MS eran multipropósito, usándose normalmente el cuarto de pasajeros como puesto de tiradores para la escolta armada.
O al menos, cuando la carga era importante o peligrosa. Pero ahora era simplemente un pequeño “trans” de suministros, que aprovechaba para llevar a cinco soldados MS a dar una vuelta por Dusk. Nada más lejos del peligro.
O eso parecÃa.