– ¡Atención! -gritó el LÃder Falke desde las puertas dobles de la sala de reuniones del ala norte, anunciando la llegada de un oficial de rango superior.
Los miembros del comando especial Falke, perfectamente alineados a ambos lados de una gran mesa ovalada negra en el centro de la sala, se pusieron firmes al unÃsono, con un único ruido de un golpe seco al juntar las botas. Todos permanecÃan ataviados con el uniforme de combate al completo, con la mirada al frente, visible al oficial que acababa de entrar a la sala, ya que los visores del uniforme habÃan de permanecer alzados. Las manos, sujetas tras la espalda y la mirada alta. Ni el más mÃnimo ruido, ni la más leve respiración. Las armas estándar, rifles cortos de impacto, permanecÃan ajustadas en los cintos de todos los comandos. Entre ellos, Boy, siguiendo al milÃmetro las normas de disciplina del Código Militar MS.
El oficial entró en la sala, dejando a su hombre escolta a la entrada, al lado del LÃder Falke. Mientras el oficial entraba en paso ligero hacia la tarima central del fondo de la sala, miraba de soslayo a los allà presentes. Boy advirtió el detalle de reojo; la mirada casi burlona y despreciativa, mientras pasaba a su lado. Creyó por un momento haber cambiado inconscientemente la expresión y temió que se hubiera dado cuenta, pero el oficial pasó sin más y subió a la tarima.
– Señores.
HabÃa hablado. Los soldados giraron la cabeza hacia él sin cambiar lo más mÃnimo el resto de la postura. La expresión de seriedad en la cara les hacÃa parecer casi bots. Boy examinó disimuladamente al oficial. Por fin le veÃa en persona. Contralmirante Wilson, conocido también como ‘Führer’. Los rumores no hacÃan justicia al original. VestÃa una larga gabardina blanca, más corta por delante, que dejaba ver poco de su atuendo interior – pero se le veÃa totalmente preparado para el combate. Llevaba una armadura multifoco que brillaba levemente en la pequeña zona que se dejaba ver, y largos cubrearmas a ambos lados de las piernas, de los cuales sólo se distinguÃa la terminación. Posiblemente escopetas de precisión o similares. Más abajo se podÃan distinguir claramente las botas-jet que sólo algunos oficiales y comandos especiales podÃan llevar – supuestamente permitÃan una rapidez de movimientos comparables a los de un bot ninja. Más artilugios se podÃan distinguir en la muñeca (un gateway seguramente) y un dispositivo de algún tipo en el cuello. Pero lo que más llamaba la atención de él no era la similitud con un cazador adinerado, sino su cara. Su pelo corto, blanco, con un perfectamente recortado flequillo no podÃa tapar aquella expresión imborrable de su rostro. Esa mirada burlona, esa especie de media sonrisa perpetua, que le habÃa ganado en los barracones el apodo de “La Hiena Blanca”.
– Yo mismo, en persona, hice la solicitud al Comité para que fueran destinados aquÃ. Porque son los mejores.
Como era costumbre en la jerarquÃa semi-militar, semi-empresarial del Sindicato, hasta los oficiales mantenÃan un tono educado y respetuoso hacia sus inferiores, sea cual fuere su rango. Sin embargo, en muchos casos esto no era más que fachada. Y especialmente en éste. Wilson hablaba, pero sus palabras no ocultaban el sentimiento que desprendÃa. Un hedor a superioridad que apestaba antes de que entrara en la habitación. Para él no eran más que perritos guardianes que debÃa adiestrar debidamente para que le guardaran la casa.
– Han participado en varios “proyectos” anteriormente; todos ellos de forma notable. Sólo dos bajas totales durante los disturbios de SandFort de hace dos meses estándar. He de felicitarles.
Eso sà que le ponÃa de los nervios. “Dos bajas totales”. “Ha de felicitarnos por sólo haber perdido a dos de sus compañeros de forma definitiva en una supuesta ‘revuelta’ que terminó siendo una conspiración armada” pensó Boy.
– Pero no deben permitir que se les suba a la cabeza y relajarse. Empiezan ahora lo que puede ser su último gran proyecto. Último, antes de escalar grandes posiciones en el Sindicato, claro. Necesito que lo den todo. Ya sabrán que su misión principal será la defensa del Devlab #37, pero no descartamos posibles asignaciones posteriores, si la situación lo requiere.
“Bla, bla, bla” pensaba Boy. Todo eso ya lo sabÃa. Era protocolo estándar. Siempre podÃa ser ‘el último gran proyecto’. Lo que no entendÃa es por qué les habÃan hecho retrasar su salida de recreo a Dusk sólo para eso; si iba a recibirles tarde el Contralmirante, ya podrÃa haberlo hecho al dÃa siguiente.
– Escúchenme bien. Contamos con una selección de los mejores recursos humanos de que dispone el Sindicato. Hay mucho interés en este proyecto, y quiero que les quede bien claro. No podemos fallar -mientras decÃa esto, por un momento a Boy le pareció que Wilson perdÃa el aspecto burlón y se ponÃa totalmente serio. Tan serio que inspiraba miedo-. Por eso están aquÃ. Quiero que sigan los protocolos al detalle, y nunca; ¿Me oyen bien? Nunca se confÃen. Siempre alerta, siempre seguro. Eso es todo. Mañana a primera hora les quiero ver en Preparación.
Diciendo esto, se encaminó hacia la puerta. Siguiendo el protocolo, los comandos se giraron noventa grados manteniendo de nuevo la mirada al frente, en dirección hacia la puerta por donde se marchaba el oficial. Boy entonces se fijó en el hombre escolta que esperaba afuera, apoyado en la pared del pasillo. ParecÃa totalmente distraÃdo pensando en sus propias cosas. El oficial pasó a su lado y desapareció con él por la galerÃa. No lo pudo apreciar bien pero… Boy hubiera jurado que el uniforme del escolta… era de un alquimista MS.